¿Cuántas veces hemos visto un producto súper innovador y nos hemos dicho, “esto ya lo pensé yo”? Entonces es cuando nos viene a la cabeza que alguien nos ha robado la idea o, lo que es peor, nos castigamos pensando que ahora sería millonario si me hubiera puesto a ello. Está bien, podemos quedarnos ahí, pero la verdad es que tener una idea, por buena que sea, no es nada si no conseguimos llevarla a cabo. Es como tararear una nueva melodía por la calle, es divertido, pero en muy poco tiempo se habrá olvidado y quedado en el aire. Pero, ¿cómo saber que una idea es válida? ¿Cómo llevarla a cabo si no tengo los medios? ¿Cómo hacer para que no se quede en el olvido? Pues siento no tener todas las respuestas, pero sí alguna clave que nos puede ayudar a poder llevar70 una idea a buen puerto.

La imagen que tenemos del emprendedor es la de alguien que se le ocurre una idea estupenda, echa toda “la carne en el asador” y con mucho esfuerzo consigue llevarla a cabo. Y, aunque no es del todo falsa esta afirmación, pensar que las ideas vienen por inspiración divina parece poco menos que ingenuo. Las ideas pueden ser chispas de luz en un momento dado, pero sobre todo, son el resultado de unir experiencia, conocimiento y una necesidad no cubierta. Es entonces, cuando puede darse una idea atractiva y rentable. Sin ninguna de estos tres factores, resulta muy difícil de visualizar una idea con futuro de realidad.

Teniendo en cuenta esta premisa vamos a ver seis claves para transformar la idea en un proyecto.

  1. Tu idea te tiene que entusiasmar. Si a ti no te emociona, ¿a quién pretendes convencer? Un emprendedor empezando un proyecto sin pasión no puede durar. El camino es demasiado largo y lleno de obstáculos para poder realizarlo sin placer. Si este es tu caso, dale una vuelta a tu idea, búscale tu interés y enfócalo por esa parte.
  2. Intenta escribirla. Nada de grandilocuencias, de tecnicismos. Algo claro y sencillo. Luego, léela y a ver cómo te suena. Si te gusta la idea, si es lo que quieres hacer, ese será el momento que recordarás como el inicio de tu proyecto.
  3. Dota a tu idea de conocimiento, pregunta, lee, infórmate antes de empezar a crear. Puede que si no, hagas un trabajo que alguien ya ha hecho antes que tú… Y probablemente mejor. Si alguien ya lo ha hecho, no tiene por qué ser el fin. Puedes mejorar la idea, adaptarla a un mercado local, dotarlo de nuevas propuestas de valor. Eso sí, dale tu estilo.
  4. Habla de tu idea, coméntasela a tu pareja, tus amigos, tus familiares… Algunos la verán sin sentido, otros te dirán que está muy bien, sólo porque se supone que te deben apoyar, pero seguro que puedes extraer suficiente información para empezar a darle forma. Si no te atreves a contarlo porque creas que no la van a entender… en fin, es probable que no la vayan a entender.
  5. Busca qué necesidades cubre, si realmente puedes cubrir una parte de mercado que hoy no está cubierta y si tú pagarías por una idea como la tuya.
  6. A partir de aquí, márcate plazos, fija objetivos y desarrolla tu idea de negocio. Recuerda que lo que diferencia un sueño de un objetivo, no es otra cosa que una fecha.

Y, sobre todo, disfruta con tu idea, dale tu forma, vive tu sueño y ponte a trabajar en ella.

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