Mad Men es el relato de la agencia de publicidad Sterling Cooper durante los años 60 en una América sexista, alcohólica, nicotinómana y clasista, pero profundamente sugerente, sensual e interesante.

Terminar una serie de siete temporadas, a una media de 13 capítulos por cada una de ellas, es una sensación parecida a una última cita con una amante desmedida que te dice adiós. Sabes que no vas a volver a verla, sabes que habéis disfrutado enormemente juntos y no puedes dejar de pensar en qué cosas hicisteis, aprendisteis y disfrutasteis los dos a solas. Sabes que se te olvidará y que apenas quedará un recuerdo cuando empieces con la siguiente y por eso se lo cuentas a tus amigos, evocas algunas imágenes y dejas la imaginación volar sobre qué es lo que le deparará la vida. Con Mad Men y su protagonista Don Draper es un poco lo que me viene pasando durante estos días y me gustaría compartir en este blog algunas de las enseñanzas que yo saqué (que seguro que no tienen nada que ver con la lectura de otros espectadores).

Sin entrar en spoiler ni destripar el argumento, la serie acecha este mundo a través de las relaciones de poder entre los trabajadores y socios de la agencia (que muta de nombre y socios en virtud de la trama) y vincula la vida y las circunstancias de los personajes a la creación de campañas publicitarias para marcas, en muchos casos conocidas. No empecé a ver la serie por un interés profesional ni mucho menos, pero desde el primer capítulo, “El humo ciega tus ojos”, no pude evitar hacer relaciones (salvando las enormes distancias) entre la serie y el mundo de una agencia de publicidad y marketing como Resolving. A lo largo de los más de noventa capítulos de la serie he ido tomando algunas ideas que son interesantes para el mundo real de los negocios, los clientes y el marketing que me gustaría contar desde aquí.

La creatividad nace de la vida… y del trabajo. En un capítulo, ante un bloqueo de los creativos, Don afirma que lo mejor es trabajar muy duro sobre una idea y volver a trabajar sobre ella hasta quedar exhaustos y luego olvidarse de ella totalmente y ponerse a hacer otras cosas (en el caso de la serie suele ser beber alcohol, yo me decanto por otras opciones menos lesivas para el hígado). El trabajo está hecho y la mente se encargará de buscar las conexiones con la realidad para dotar a la campaña de creatividad, que aparecerán en una cena, una discusión con la pareja o en la ducha en el momento más inesperado.

Un líder ha de ser leal con el equipo. El entrañable Bert Cooper, fundador de la agencia y líder carismático de los publicistas en varias ocasiones defiende a su equipo o pone en valor ideas de su equipo aún no estando de acuerdo con ellas. Roger Sterling no entiende esa actitud y la llega a tachar subrepticiamente de cobarde. Sin embargo, el viejo Bert lo tiene claro. El primer deber de un líder es ser leal con su equipo de trabajo, defenderlo y tomar partido por él. Sólo así se consigue la adhesión y la movilización del talento.

Un equipo ha de ser leal con los clientes. En una serie de capítulos se muestra la decisión entre continuar con una pequeña aerolínea (Mohawk) y ayudarla a crecer y mantener la relación con un cliente que había confiado en ellos desde el principio o romper con estos ante la posibilidad de conseguir la cuenta de American Airlines. El debate es de valores, de lealtad y de respeto a quién te ha hecho un poco más grande. Si eres desleal con el cliente, el resto de clientes no se verán en la obligación de respetar esa lealtad, o lo que es lo mismo nuestro comportamiento con los clientes, determina también el comportamiento de los clientes con nosotros.

Las relaciones personales son tan importantes como los logros. Mad men tiene momentos de profundización en el proceso creativo y de trabajo, pero apenas lo tiene en cuanto a la consecución de objetivos. Es normal, la trama no digiere bien los números. Sin embargo sí se centra de manera muy importante en la relación agencia-clientes. Los ejecutivos de cuentas principales, Pete Campbell, Kenny Cossgrove y sobre todo el carismático Roger Sterling dedican su tiempo, energía y simpatía a “camelarse” todo el tiempo a los clientes, lo hacen sentir como una pareja agasajada al que no se le permite el aburrimiento o la desidia. Las presentaciones de las campañas son vitales, claro está, pero aún más lo son las relaciones personales con los clientes. Esto me recuerda a lo que alguien me dijo una vez cuando me postulaba en entrevistas de trabajo: “Es mucho más importante caer bien que el curriculum que tengas”

La vida personal influye decisivamente en el comportamiento en el trabajo. Cada uno de sus personajes en su idiosincrasia, tiene en su vida personal, sus miedos, sus affaires, sus desastres la base sobre la que construye su status laboral. Hay personas que deciden dedicarse en cuerpo y alma al trabajo descuidando su vida personal, hay otros que deciden que la prioridad es su vida privada. En Mad Men vemos como lo que nos pasa en nuestra vida privada va a tener un reflejo (a veces positivo, a veces nefasto) en como construimos nuestro status laboral.

Los clientes han de ser lo primero al iniciar un negocio. Sterling, Cooper y Draper van pasando a lo largo de las diferentes temporadas por varios estados, creando agencias distintas, agregando nuevos socios, incorporando nuevos medios… Pero sin embargo, a la hora de embarcarse en las nuevas aventuras lo primerísimo que hacen es asegurar que los clientes van a seguir con ellos. No hay plan de empresa, ni de viabilidad, ni DAFO que valga. Lo primero es asegurar que vamos a tener clientes que van a pagar por nuestros servicios. Simple, no? Busca clientes incluso antes de empezar el negocio.

Para entender a tu cliente, piensa como su cliente. Es muy interesante como en la agencia de publicidad de Madison Avenue el planteamiento siempre al comenzar cualquier campaña de publicidad es conseguir entender qué le surge al cliente al pensar en el producto en cuestión. Qué siente, qué percibe, cuál es elemento diferenciador con respecto a la competencia. Se trata en la mayoría de los casos de aprehender los elementos emocionales del producto, atacar al subconsciente del cliente y tocarle en la fibra más sensible que pueda relacionar con la marca. El ejemplo más claro es el de que en un mundo tremendamente machista como el de la Business América de los 60, se abre paso la copy Peggy Olson, no por un master, no por un título en Yale, sino por la capacidad de entender cómo piensan y sienten las mujeres de esa época.

mad men negocios

La creatividad surge de la experiencia. Ante un mundo saturado de publicidad (se dice que recibimos unos 3000 impactos publicitarios diariamente), la creatividad es la base sobre la que llamar la atención, paso primero e indiscutible del marketing. Pero, ¿cómo se consigue la creatividad? Está claro que hay una parte, llamémosle innata, pero hay otra parte que proviene de un trabajo intenso y otra, no menos importante que viene de la experiencia personal. Don Draper se empachaba de películas y de una vida personal intensísima, Peggy Olson de su experiencia como mujer y observadora de la realidad o Michael Gingsberg de su personalidad extravagante y su forma alternativa de mirar la vida. En definitiva, la creatividad parte de personas creativas, que lo son porque su vida es algo más que trabajo y porque son capaces de desarrollar todo su potencial derivado de su vida personal.

Evidentemente, estos son unas reflexiones personales sobre algunos aspectos que Mad Men me ha sugerido durante este tiempo de la que he disfrutado de ella, pero hay muchas más que se quedan en el tintero y muchas más que personas más perspicaces pueden sacar de esta serie que invito a disfrutarla pausadamente, sin atracones y sacándole todo la esencia.

Resolving no es Sterling Cooper ni estamos en New York, pero es una agencia de publicidad en Almería que trabaja sobre la creatividad y el mimo al cliente; no estamos en Madison Avenue, sino en la Avenida Cabo de Gata;  José Berenguer no es Roger Sterling, pero es quien coordina el trabajo, Ana Cano no es Salvatore Romano, pero es nuestra diseñadora gráfica e ilustradora dándole vida a los proyectos de los clientes; Carlos de la Torre no es Peggy Olson, pero es nuestro técnico de Marketing y trabaja incansablemente para entender a los clientes de nuestros clientes y tocarles allá “donde más les duela” y José González no es Stan Rizzo, sino nuestro diseñador web y realiza las páginas webs de nuestros clientes acercándose al máximo a lo que ellos imaginan.