Dedicándonos a la gestión de las redes sociales y al marketing digital, una de las preguntas a las que teníamos que responder con asiduidad es ¿Por qué tengo que estar en redes sociales? Sin embargo, la pregunta se responde sola en muchos casos y si le preguntamos a Google (que ya decía un tuitero, que estando Google quién discute, es porque quiere…) aparecen más de 58 millones de resultados.  Por otro lado, una pregunta a la que sí me gustaría dar mi versión es ¿Cuándo no debo estar en redes sociales? Porque lo que no es verdad es una respuesta como “Hay que estar en Facebook porque está todo el mundo”.

La primera respuesta es clara. Si no puedo dedicarle el tiempo suficiente, si voy a abrir un perfil o una página en una red y mi actualización es prácticamente nula, es lo mismo que si en nuestro negocio físico no cambiamos el escaparate cada poco tiempo. El resultado es el mismo: nuestro cliente pasará ante él sin que captemos su atención y, lo que es peor, nuestra imagen se devalúa, nos convertimos en una marca descuidada y que tiene abierto un canal de comunicación en el que no hay nadie detrás para contestarnos. Estadisticas-Usuarios-redes-sociales-España

Si lo único que nos interesa es vender, monetizar nuestro perfil y que se convierta en una fuente de ingresos, tampoco parece una buena opción. Una red social no es un instrumento de venta, sino una vía de comunicación con nuestro cliente, una ventana al mundo donde mostrarnos cómo somos, potenciar nuestra imagen de marca, resolver las dudas de los clientes y sobre todo, “crear tribu” en torno a nuestra empresa. Pero claro, todo esto al final se convierte en resultados si nuestro producto o servicio es el que esperan nuestros clientes.

Si entramos sin estrategia alguna, sin estar definidos como marca y publicando “a lo loco” como si se tratara de nuestro perfil personal también corremos el riesgo de perjudicar nuestra reputación online. Si “estamos por estar” y nos abrimos cuentas en todas las redes sociales que se nos ocurran, sin decidir cuál es la mejor opción y en qué redes están nuestros clientes, nos pueden pasar dos cosas, que no podamos dedicar el tiempo necesario a ellas y volver al primer punto, o bien incluso dar la sensación de haber “perdido el norte”.

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Si no estamos dispuestos a asumir el riesgo (y la ventaja competitiva) de que nuestro cliente nos proporcione feedback,  de utilizar el humor, de intentar sorprender, de ofrecer acciones imaginativas o de proporcionar contenidos que aporten al usuario información y entretenimiento más allá de noticias de productos o promociones, lo más probable es que pasemos por las redes con más pena que gloria. Pensad por un instante en los canales de televisión que sólo ofrecen publicidad, ¿cuánto caso le hacéis?, ¿cómo valoráis su información? Pues eso, si sólo dais publicidad, lo más normal es que recibáis el mismo tratamiento que le dais vosotros a esos canales.

En definitiva, hay muchas razones para estar en las redes sociales, y muchas otras para no estar de manera profesional. Como cualquier acción de comunicación con el cliente, tenemos que dedicarle esfuerzo, interés, dotarla de valor, cubrir necesidades de nuestro cliente y enmarcarla dentro de nuestra estrategia de marketing global.